jueves, 15 de noviembre de 2018

El día de la marmota en Andalucía

El anuncio de la lotería de Navidad, presentado ayer e inspirado este año en el día de la marmota, bien podía haberse basado también en un guión de José Félix Tezanos con el sondeo del CIS para Andalucía. Al socialismo andaluz le basta con la rutina de dormitar en cada campaña porque cuenta con la certeza de que, al despertar, habrá ganado otra vez las elecciones. No importa qué haya ocurrido el día anterior, no importa la corrupción que haya podido producirse, no importa que la gestión sanitaria encrespe a los andaluces, no importa que sea una de las regiones de la UE con mayor tasa de desempleo o menor nivel académico entre los estudiantes, y no importa el nepotismo como patente de corso. Nada cambia. Nada recibe castigo. Todo permanece inerme y nadie se plantea que el PSOE deje de gobernar Andalucía después de 38 años ininterrumpidos. Esta vez, no hacía falta el CIS. Susana Díaz y Teresa Rodríguez, la candidata de «Adelante Andalucía» (Podemos e IU), no se resienten lo más mínimo tras casi cuatro años de legislatura. Incluso, y para no ser acusado de manipular deliberadamente las recetas a pie de fogón, el CIS concede a Podemos, Ciudadanos y al PP una ductilidad reversible y maleable, de modo que cualquiera de los tres partidos puede ser segundo, tercero o cuarto. Ocurra lo que ocurra, «ya lo clavó el CIS»… Una técnica como otra cualquiera para que, sea cual sea el resultado, Tezanos vea rehabilitado su maltrecho prestigio de cocinero-prestidigitador y no se le discuta cuando atribuya a Pedro Sánchez un 33 por ciento de los votos. Así, ninguna duda puede haber de que Susana Díaz revalidará su gobierno sin mayor esfuerzo, más aún después de que Teresa Rodríguez atribuyese a la «creatividad periodística» su hipotético veto a una investidura del PSOE, y de que Ciudadanos sostenga una cosa y su contraria, y además sea premiado por su flexible ambivalencia. Lo relevante entonces será observar la evolución del PP y Ciudadanos. Al PP podría favorecerle arrancar la campaña como una víctima decadente engullida en los sondeos por Ciudadanos, porque si finalmente no es superado, y por duro que sea el varapalo que reciba Pablo Casado, el fallido «sorpasso» sería un golpe en el ego «nacional» de Rivera, que concibe estos comicios autonómicos como un ensayo experimental de las generales. Pero esa lectura sería incompleta si no se percibiese en toda su dimensión la pobre expectativa que a priori genera el PP, con la pérdida de relevantes plazas de Andalucía oriental y sangrando ya con Vox. La diferencia entre el PP y Ciudadanos es que Casado nunca se planteará investir a Susana Díaz, pero la estrategia de futuro de Ciudadanos sí se verá condicionada dependiendo de si es segundo o tercero. O cuarto. En el primer caso, porque tendría que ejercer como líder de la oposición al PSOE si no sumase mayoría suficiente con el PP para gobernar; y en el segundo, porque tendría que apoyar a Díaz para no perderse en la irrelevancia del bronce. Ganar votos y escaños es siempre un triunfo, pero puede resultar paradójico y emocionalmente agridulce para Rivera: sumar hasta trece escaños más… pero quedar cuarto, y resignarse a repetir como muleta del PSOE. El día de la marmota.

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