sábado, 24 de junio de 2023

Mi hijo enfermó y dejó de existir para el Valencia

«Desde que ingresó en el hospital al volver a España, mi hijo dejó de existir para el Valencia. Ni siquiera vino nadie con nosotros. Se fueron a dormir, a sus casas. Ni una llamada para preguntar cómo estaba. Nada». Habla María José, la madre de Alex, el joven que a los 12 años estuvo cerca de morir tras enfermar durante una expedición deportiva a un torneo infantil en Egipto. Él jugaba en el Valencia y, al poco de llegar, comenzó con náuseas, fiebre y diarrea. No fue asistido por ningún médico ni trasladado a un hospital, pese a la insistencia de sus padres, que se alojaban en otro hotel «por protocolo del club». Era agosto de 2019. Tras cuatro días «tirado» en la habitación, llegó con el equipo hasta el aeropuerto de Manises en volandas, pasando las escalas en silla de ruedas. Fue ingresado de urgencia en el hospital del municipio y de allí, trasladado sobre la marcha al Hospital La Fe de Valencia , crítico. Le operaron de emergencia. Tenía una perforación en el sistema digestivo y según la Fiscalía de la Audiencia Nacional, tuvo que ver con las dosis de ibuprofeno que le estuvo administrando el ATS que viajaba con el club, José De Los Santos, Pepito; y con la negativa del responsable de la expedición, Marco Otero, ahora en el Olympique de Marsella, a ponerlo en manos de un facultativo: al margen de la medicación, estaba profundamente deshidratado. Se temía por su vida. Ambos afrontan penas de inhabilitación especial para sus respectivos oficios si hay menores de por medio y multas que superan los 181.000 euros, entre las lesiones del chico -que se queda con una cicatriz de 16 centímetros- y los daños morales. El viernes, el caso quedó visto para sentencia. Noticia Relacionada Fútbol estandar Si Alex, el joven que casi muere tras viajar con el Valencia: «Me decían que dijese a mis padres que estaba bien» Isabel Vega La defensa pide la absolución por falta de pruebas y acusan al niño de haberse automedicado «Me tocó a mi llamar a la familia porque los médicos nos dijeron que podíamos despedirnos de él. Fuimos entrando de dos en dos aquella noche», contó su madre en la sala, quebrándose ante el juez de la Audiencia Nacional que ha juzgado los hechos. Al término de la vista, el chico y la familia se arremolinaban en torno al abogado, Vicente Boluda, que ha llevado su caso estos cuatro años. Dentro de la sala habían escuchado al ATS acusar al menor de automedicarse. Dijo que tenía una bolsita con pastillas en la mesa, que él, por su experiencia, reconoció como ibuprofeno. Aunque el compañero de cuarto en aquel viaje respondió como testigo que no vio ninguna medicación y aunque los padres subrayaron ante el juez que no habían proporcionado medicamentos a su hijo para aquel viaje, aquellas afirmaciones hicieron mella. «Es duro escuchar mentiras, es una situación muy difícil», contaba María José tras el juicio. Estaba deshidratado y con una perforación en el sistema digestivo ABC La defensa de ambos incidió en que no había más pruebas que la declaración del niño, pues fue quien contó en La Fe qué medicamentos le habían estado dando. «Cuando se iban al torneo a jugar, Pepe me dejaba solo en la habitación y me dejaba la pastilla que me tenía que tomar. Creo que era cada cuatro o cinco horas. Me decía que era ibuprofeno. También me daban Fortasec, me pincharon Primperan y me dieron Dalsy (ibuprofeno)», testificó Alex en el juicio. Constan, no obstante, dos mensajes de Pepito al padre aquellos días, uno en la primera jornada de malestar y otro, en la tercera. Afirmaba estar dándole ibuprofeno. También los audios que el padre del chico grabó de una de las conversaciones en las que reclamaban al staff un médico para su hijo. Les trataron de exagerados y, según el relato de ambos, les vinieron a decir que su conducta truncaría los sueños deportivos de su hijo. Habría consecuencias para él cuando regresasen a Valencia. «Alex jugó en prebenjamín, luego pasó a benjamín, después alevín y ese año pasaba a infantil. Ahora es como si no lo conocieran. Han llegado a decir ahí dentro que no era jugador del Valencia y fueron seis años. Ese año lo cedían a otro club, pero tendría que ir uno o dos días por semana a entrenar con el Valencia», relataba Óscar, su padre, a ABC tras la vista oral. «Pasión por el deporte» No ocurrió, y de hecho es otra de las bazas de las defensas. Insinúan que los padres denunciaron porque no se renovó el contrato con el chico. Ellos sostienen que para entonces, no querían saber nada del club. Alex no iba a volver allí por «cómo se habían portado». Porque ese es también un pilar de la acusación al reclamar daños morales. No se interesaron por su estado de salud ni se pusieron en contacto con los padres. Sólo Otero lo hizo y fue -el whatsapp está en el sumario- para que dejasen de hablar de lo sucedido con otros padres. Uno de ellos había viajado a Egipto y estuvo a su lado aquellos días. Fue testigo en el juicio, avalando punto por punto la versión de los padres. Sobre todo después de que Otero afirmase que en el hotel les ofreció «todas las opciones posibles», desde el traslado a un hospital hasta la vuelta a Valencia del chico. «Si fue así -cuestionaría el letrado de la familia- ¿de qué se quejan estos señores?». El fiscal José Perals fue en una línea similar cuando en su informe final planteó la incongruencia de que, existiendo esa supuesta oferta de asistencia, no recibiese ninguna. «Los acusados tenían la responsabilidad de hecho sobre el niño, la posición de autoridad», subrayó. Para la Fiscalía, «esa es la imprudencia, que no fue tratada adecuadamente una enfermedad que al tercer día, al cuarto día, tenía que haber requerido una asistencia médica real». De los Santos era ATS, no un facultativo, es decir, ni siquiera podía prescribir medicación y Otero tenía en su mano buscar una solución. Ambos piden la absolución y niegan responsabilidad penal alguna. Alex tardó casi tres meses en recuperarse del todo y ahora juega en otro club porque, como dicen sus padres, «lo suyo es pasión por el deporte». Tras cuatro años de lo sucedido y tres desde que su denuncia echó a andar, dejaban la Audiencia Nacional con el cuerpo cortado, pero con la esperanza de hacer valer su reclamación. «Yo confío mucho en la Justicia», señaló María Jesús.

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