viernes, 12 de mayo de 2023

Las 'drag queens' tienen más trabajo en Madrid: «Pero nos pagan fatal y nos acosan»

Ingentes cantidades de purpurina abarrotan durante la noche las calles de Chueca. También el terciopelo, los maquillajes de llamativos colores y las botas de plataforma alta son protagonistas de un popular ambiente en el que no es oro todo lo que reluce. En Madrid hay un auge de estos espectáculos, sobre todo tras la pandemia y el éxito del concurso 'Drag Race', en una plataforma de 'streaming'. Y, ala par, crecen la sexualización, el racismo y la precariedad laboral: muchos artistas trabajan por menos de 20 euros cada noche y sin contrato. Daniel Carrillo, 'drag queen' de 30 años y creador de El Gallinero de Damorca –en el barrio de La Latina–, considera que el panorama actual poco tiene que ver con aquel que se veía en sus orígenes en España, que se basaba en subir al escenario y hacer reír al público. «Se están adaptando discursos americanos de forma muy natural y hemos perdido un poco lo que nosotros teníamos de base. Cuando tenía 18 años, en España se hacía 'playback' de Lola Flores, Carmen Sevilla y Rocío Jurado», afirma. En la actualidad, este arte se ha visto globalizado; ahora se puede ver el mismo espectáculo estés en Madrid, en Londres o en Berlín, y sometido a sexualización, estigmatización, racismo y abusos de derechos laborales, especialmente en los locales de Chueca, se queja una parte de este colectivo. Noticia Relacionada CARNAVAL estandar No Drag Shíky, cantante de ópera, se corona Drag Queen del Carnaval de Las Palmas Laura Bautista Ha ganado con un diseño propio en el 25 aniversario de la Gala Drag y la primera como Fiesta de Interés Turístico Internacional Carrillo, junto a Gades, La Saphira, Satine Fansy, entre otros, denuncian esta realidad, que forma parte intrínseca de su trabajo. «Al final se nos ve como un fetiche, ese mismo que engloba a las mujeres transgénero. Para los que nos sexualizan, somos como un objeto, que al ser distinto a la norma cobra más valor. Algunos acosadores entran a los locales y otros no porque ya están vetados», cuenta Gades. Otra 'drag', que además es gerente de uno de los locales más populares de Chueca, asegura que nunca ha sufrido este tipo de acoso: «Aunque siempre existen casos particulares y, evidentemente, hay muchas personas que se equivocan con las artistas y piensan que por ser 'drag' y estar vestido de mujer ya v as a querer tener sexo con ellos. Pero creo que ocurre en el mundo más heterosexual de Chueca». «Al final, se nos ve como un fetiche, somos como un objeto. Hay algunos acosadores que tienen vetado entrar en los locales» Aún así, muchas de las personas que trabajan en este oficio afirman sufrir tocamientos no consentidos, acoso y proposiciones inapropiadas. «Me ha pasado tener a una persona detrás tocándome el culo e insistiéndome para ir al baño con él; y, en el momento en el que 'montaba el pollo', se iba y veía cómo minutos después estaba detrás de otra compañera», asegura. Además, tienen que lidiar con la precariedad y el racismo. «Me han llegado a pagar 5 euros cuando estaba empezando. Ahora suelo cobrar unos 150, pero varía mucho dependiendo de la noche», relata La Saphira. Con este dinero, las artistas se tienen que financiar los materiales de su espectáculo: maquillaje, pelucas, vestuario y todo lo que necesiten. También tienen que contar con el tiempo que invierten en prepararse, que para la mayoría oscila entre dos o tres horas, y crear el espectáculo, que les lleva unas dos semanas. La Plexy, una de las 'drag queens' más conocidas y encargada de presentar el Orgullo en 2022 ABC La ausencia de contratos laborales hace que estos artistas actúen a cambio de copas, sin ningún asociación que los represente, con pagos a través de Bizum, problemas con el cobro de facturas, remuneración variable según la taquilla de la noche, creación de concursos por parte de los locales para no tener que pagar a los artistas y todo lo que conlleva trabajar sin estar dados de alta en la Seguridad Social –falta de bajas, vacaciones, paro y pensiones–. También los bajos salarios generan asombro entre los artistas debido al alto precio de las entradas, puesto que entrar en estos locales cuestan en torno a 10 y 15 euros. Una sala que se abarrota y en las que las 'drags' no suelen cobrar más de 30 euros. «Se alimentan de la ilusión de las 'baby drag' –personas que están comenzando en esta profesión– para engañarlas», declara otra, que prefiere no revelar su nombre artístico. Alto coste de autónomos Esto sucede por las dificultades que tienen a la hora de hacerse autónomos. Carrillo explica que tiene otros trabajos principales para poder pagar el alquiler y que no puede estar como autónomo en más de dos sitios a la vez, debido a la alta carga impositiva que esto supone. Algo, dicho sea de paso, que es una queja recurrente en todos los sectores que abonan este impuesto. Además, el artista asegura que existen muy pocos locales en los que permiten tener un contrato. «Esto sigue siendo un submundo. Yo ya estoy cotizando en otro trabajo porque éste no me va a permitir pagarme casi nada en la vida. Lo que ganamos muchas veces es simbólico. Además, la mayoría de mi trabajo como 'drag' es autoproducido. No me sale rentable hacerme autónomo si me van a pagar 30 euros la noche». La Saphira coincide con Carrillo y explica que le resulta muy difícil darse de alta en el mundo 'drag' cuando no sabe con certeza cuándo le van a contratar ni cuánto va a cobrar esa noche. Tras la pandemia, los 'show' de 'drag queen' son cada vez más populares y diversos ABC El gerente entrevistado cree que es una especie de beneficio y acuerdo mutuo entre 'drag' y local: «Hay 'drags' que no son 'drags'. Me refiero a las personas que se están preparando para serlo y se aprovechan de la sala y de ese escenario para subirse. Así como el empresario, de la misma manera, se aprovecha de esa 'drag'». Añade que hay locales que pecan de pagar más, de pagar menos o de no pagar nada, y que sí conoce muchos casos de 'drags' que han actuado gratis a cambio de copas para iniciarse dentro de la profesión. Pero reitera en que no deja de ser un acuerdo entre empresa-trabajador. «Una 'drag' no deja de ser también una empresa, su propia empresa. Decide si actuar a cambio de lo que el empresario ofrece o irse y meterse en otro trabajo», expresa. El gerente de un club muy famoso: «Una 'drag' al final es su propia empresa: decide actuar por lo que se le ofrece o dedicarse a otra cosa» Algunos artistas extranjeros que ejercen este oficio tienen que hacer frente al racismo por parte de los organizadores y de sus propios compañeros. Al menos, así lo refiere La Saphira: «Yo soy de Argelia, llevo ocho años en España, y mi vestimenta muchas veces es típica de allí. Esto ha generado que se me insulte debido a mi nacionalidad. Escucho cosas como «cuidado con el bolso» o «lleva un cinturón de explosivos debajo»». Luces, cámara y acción Daniel Carrillo optó por alejarse del sofocante calor de la multitud y de los abundantes focos frecuentes de Chueca y crear su propio bullicio hogareño tras experimentar el mismo acoso sexual por parte de espectadores y jefes. Es, además, diseñador de moda. Junto al monólogo, pretende traer de vuelta el antiguo 'drag', donde la comedia era la principal protagonista. «Yo subo y narro mi vida. Cuento, por ejemplo, cómo casi me caso dos veces. Una de ellas con un sacerdote hindú en Londres. Se llama arte dramático porque el drama lo dejas en el escenario», confiesa. Sin embargo, el intérprete se ve envuelto en la tragicomedia más allá de los focos. En su día a día, Carrillo revela cómo es pasear de noche por determinados barrios madrileños, como Lavapiés: «Me han llegado a tirar dinero y a perseguirme durante minutos mientras insistían en que me fuera con ellos a hoteles». O cuando se ha visto obligado a cambiarse de ropa entre los vagones de Renfe por miedo a ser molestado en su zona. Daniel Carrillo maquillándose María Camila Triana Aun así, el artista anhela, junto a Damorca, de quien dice no ser tanto un personaje sino una exageración de sí mismo, cambiar la visión que se tiene acerca de estos espectáculos. El joven madrileño se crio entre tablaos flamencos y campos de fútbol por obra y gracia de su madre. «El 'drag' es una oda a las mujeres con las que yo me he criado. No intento ser una mujer, sino que intento mostrar lo más bonito de una mujer», declara Carrillo. Agradece haber crecido junto a la danza y manifiesta que las personas que tienen vidas complejas desde pequeños son como una olla exprés: «Hay que soltar esa tensión por algún lado. Yo decidí soltarla mediante el arte y la comedia». A la conquista de los espectáculos diurnos Tras la pandemia, los 'show' de 'drag queen' son cada vez más populares y diversos. Según Jotacarajota, artista de 'Drag Race España', el concurso televisivo ha dado visibilidad a estos espectáculos: «Se ha puesto a las 'drag' en un circuito más generalista y esto ha aumentado el número de actividades que protagonizan. Además, ha hecho que muchos de nosotros nos exijamos más para estar al nivel de las 'drag' americanas». Además, este tipo de espectáculos ya no se limitan sólo a los locales nocturnos madrileños. En la capital cada vez es más común que estos intérpretes formen parte de tours de tapas, visitas culturales a determinados barrios, 'brunch' e incluso bingos matinales; eventos que sí son muy comunes en grandes ciudades como Londres y Nueva York, donde tienen mucho éxito. Sin embargo, querer canalizar las emociones a través de esta disciplina y vivir de ello se complica si no tienes cierto renombre. Vivir de esta profesión requiere un gran esfuerzo personal y económico. Otra 'drag' afirma haber pasado mucha hambre debido a no ser capaz durante meses de que un local la contratase: «Todo lo que tengo lo dono a mejorar mi 'drag' y a comer. Tienes que ahorrar para hacer proyectos e ir creciendo. No hay dinero, a no ser que seas del 'Drag Race', que tienen un caché muy elevado». Brenda Star afirma que es «de las pocas» que tiene contrato, cotiza y no se encuentra en situación de precariedad. Astra Bomb se halla en una situación similar desde que llegó a Madrid, antes trabajaba en Barcelona. Ahora cuenta con un contrato y está dada de alta como autónoma gracias al nombre que ha ido ganando con los años. No es lo mismo para otras: «Las cosas han cambiado para algunas 'drags' en España. Las que no somos famosas tenemos que esfor

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