sábado, 6 de mayo de 2023

Guerra de narcos en Ceuta: «Matan como en un videojuego»

Puente del Quemadero de Ceuta. Salida de El Príncipe hacia Los Rosales, dos barrios humildes tomados por los 'reyes' del narco. El reloj busca la media noche del Viernes Santo de 2022. Es 15 de abril. La comunidad musulmana de la ciudad celebra el mes sagrado del Ramadán. Una Honda X-ADV ruge por la rotonda de salida del barrio El Príncipe Alfonso . Lleva horas por allí. Sus ocupantes disfrutan del sonido de los acelerones sin sospechar que el jolgorio acabará en tragedia. Al pasar junto a unos arbustos comienzan a silbar las balas. El adolescente que va de 'paquete' cae a plomo de la motocicleta. Un tiro en la cabeza lo derriba. El piloto para, mira atrás y siente las balas pasar cerca. Acelera y se marcha. Sobre el asfalto queda el cuerpo de Ibrahim Buselham . Es el asesinato de un joven de 16 años en medio de una guerra narcos . Su delito mortal fue ser amante de las motos. Un inocente que pagó con sangre las ansias de poder de dos clanes. «No tiene nada que ver con ellos. Si pasa un minuto antes o está cinco metros más adelante no muere. Pero le tocó», aseguran fuentes policiales. No hay consuelo desde entonces para su familia, que busca justicia. Sus padres y sus cuatros hermanos lo lloran, mientras esperan a que caigan sus asesinos. «Mi hermano no tenía nada que ver con ellos. Es inocente. Supuestamente se equivocaron», explica Dina Buselham a ABC. Aquella noche a su amigo le habían dejado una moto grande. «Querían jugar con la moto. Su amigo sí tenía relación con los Tayena. Se confundieron», asegura su hermana, que no admite que la muerte de Ibrahim quede impune en la guerra entre Piolines y Tayenas . «No tenemos nada que ver con ellos. Son un par de pandilleros que hacen lo que les da la gana. Si quieren te matan o te secuestran. Van armados por la calle. No hay ley. Aquí se mata como un videojuego, parece el 'Call of Duty'», lamenta. Noticia Relacionada estandar No La Guardia Civil detiene a al menos nueve personas en Galicia en una operación contra el narcotráfico ABC/EP La Benemérita ha actuado bajo la dirección de la Audiencia Nacional, arrestando a los presuntos delincuentes en varios puntos de las Rías Baixas y Lugo Ibrahim descansa en el cementerio de Sidi Embarek, mientras sus seres queridos esperan que se aclare quién lo mató. Sin embargo, aquel asesinato cayó como una maldición sobre Piolines y Tayenas, las dos bandas enfrentadas. Tanto es así que un año después ambas están descabezadas . Primero fue el asesinato de Tayena en Los Barrios (Cádiz). El traficante fue 'cazado' a tiros cuando salía de su casa. Murió en el hospital de La Línea. Su asesino fue detenido en el ferry cuando regresaba a Ceuta. Está en prisión. Confesó el crimen y que tiró el arma al mar. «La principal hipótesis es que lo mató uno de sus segundos porque estaba harto de cómo ejercía el gobierno de la banda», precisan a ABC fuentes cercanas a la investigación. Pasaron diez días y cayó su enemigo. Piolín fue detenido en Manilva. La Unidad de Drogas y Crimen Organizado (Udyco) de Ceuta lo seguía desde hacía un mes. Le constaban 14 reclamaciones judiciales. Iba con dos colaboradores. Fue el golpe más importante de la operación 'Plomo' , que arrancó la misma noche que murió Ibrahim. Hasta ahora lleva 82 detenidos y más de una treintena de encarcelados por pertenecer a estas bandas. La detención de Piolín reavivó el caso del adolescente, que estaba archivado de forma provisional por falta de pruebas. Sin pruebas En agosto pasado los tres jóvenes testigos que identificaron a los autores del asesinato se desdijeron: «Fuimos coaccionados», dijeron. Uno era el piloto de la moto en la que el Ibrahim iba de 'paquete'. El caso se desmoronó. No había pruebas. Sin embargo, con la detención a finales de abril de Piolín, el Juzgado de Instrucción 1 de Ceuta reabrió las pesquisas en busca de alguna evidencia inculpatoria en las testificales o en los registros. Tres jóvenes identificaron en su día a los asesinos de Ibrahim, pero al final se desdijeron: «Declaramos coaccionados» La Fiscalía de Ceuta confirmó a ABC la reapertura del caso, pero dijo que ante la falta de una «base probatoria» sobre la identidad del autor no iría muy lejos. Volverá a archivarse de forma provisional, hasta que haya otra posibilidad de aclarar quién disparó a Ibrahim aquel 15 de abril de 2022. Mientras tanto, se investiga a ambas bandas en la operación 'Plomo', que sigue abierta por parte de la Udyco de Ceuta. En ella no sólo hay que aclarar quién mato a Ibrahim, si no también al cabo Dris . «Es otro inocente. Esta limpio. No es un criminal», aseguran fuentes de la Policía Nacional. En esta ocasión, su muerte fue una supuesta venganza , ya que era familia de un traficante y la otra organización lo mató en un parking para vengarse. El cabo primero Dris Amar, del Grupo de Regulares 54, engrosa también ese rastro de sangre inocente derramada por estas bandas, que quieren controlar la sociedad mediante el miedo. El odio entre ambas nace de la disputa por un 'trofeo'. La Policía relata que en el origen del enfrentamiento, hace cuatro o cinco años, está la supuesta compra por uno de ellos de la casa de Tafa Sodia, un miembro de la aristocracia del crimen organizado de El Príncipe asesinado en 2013. «Era familia del otro y eso lo vio como un agravio», afirman estas fuentes. Desde entonces, el objetivo es infundir miedo y hacerse con una «sensación de poder» a través de demostraciones de cómo son de «malos». «Lo que más hacen es pararse con el coche o la moto en un lugar y disparar al aire. También pasan por algún punto y lo tirotean», explican estas fuentes. Esas acciones y la opulencia en las riquezas consiguen cegar a los más jóvenes, que los acaba viendo como héroes del barrio y modelos a seguir. «Hacen ostentación de riqueza . Muestran toda la opulencia que tienen; así es cómo van ganando adeptos», relatan fuentes policiales, que achacan a estas organizaciones un «mini ejército» de 60 a 70 personas cada uno. Es, casi todo, una red de colaboradores en sus actividades ilícitas. «El núcleo duro no suele ser de más de 15 individuos», matizan desde la Policía Nacional por los datos que arrojan las investigaciones, pero sí es verdad que tienen un amplio abanico de elementos secundarios dispuesto a crecer dentro del clan. «Tampoco van todos armados. No hay pistolas para todos, pero sí se las pasan», explican los investigadores de estas mafias. Muchos menores Así se han hecho con una pequeña legión de chavales , muchos de ellos menores, para controlar los negocios. La Policía achaca a estos dos clanes delitos de narcotráfico, tráfico de seres humanos o de extorsión a otras organizaciones. Ellos controlan los barrios más cercanos a la frontera del Tarajal con Marruecos. En ese punto estratégico se han hecho fuertes. A las bandas que quieren operar en la zona les cobran un 'peaje' o un 'impuesto' por estar seguros en su territorio. Tras la muerte de un líder y la detención del otro, ahora la Policía espera a ver cómo evolucionan. «Hay que ver cómo se reorganizan. La operación 'Plomo' sigue abierta. Habrá que ver qué hace la segunda línea a partir de ahora. No sabemos si Piolín intentará mandar desde la cárcel o si ocuparán su lugar», aseguran fuentes policiales a ABC, mientras desean que las pesquisas sigan dando frutos para tratar de desarticular a estas mafias, además de conseguir una pacificación de la Ciudad Autónoma. Y al fondo, siempre, Ibrahim Buselham, el chaval de 16 años cuyo asesinato hizo reaccionar a las autoridades.

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