En las últimas tres convocatorias municipales, las olas marcaron el devenir de los resultados . En 2011, el voto contra Zapatero valió al PP para alcanzar un poder municipal en Galicia no visto en décadas; en 2015, el populismo rupturista dio la vuelta a la tortilla y anticipó la (fugaz) tendencia que habría de venir en autonómicas, con En Marea; y en 2019, la irrupción de Pedro Sánchez devolvió al PSOE a la hegemonía en la izquierda y a un poderío urbano incontestable. La que arrancó anoche es una nueva cita de municipales, en la que la incógnita radica en saber si volverá a haber contagio de las tendencias nacionales o, por el contrario, Galicia se mantendrá con una inercia propia, esa que contempla al BNG como segunda fuerza política y a un PP que exhibe holgura y comodidad en la Xunta pero flaquea en los concellos. Noticias Relacionadas estandar No La oposición utiliza el caso Baltar para presionar a Rueda a las puertas del 28M Pablo Pazos estandar No El PP, el único partido que logra presentarse en los 313 concellos Á. Vidal elecciones_correo_0679 La campaña en 5 minutos La información más destacada en tu mail desde el 12 de mayo NO En la medición de los efectos tendrá mucho que decir la capacidad de abstracción del votante . Está por ver si los sucesos de Orense de las últimas semanas —la multa por exceso de velocidad de Manuel Baltar o los controvertidos audios de Jácome explicando cómo blanquear presuntamente dinero negro en su partido— suponen desgaste alguno para el votante de más allá de la ciudad de As Burgas. O si para el elector más centrado del PSOE es motivo de rechazo que Bildu, socio habitual de Pedro Sánchez, se descuelgue estas municipales reciclando en sus listas a condenados por pertenencia a ETA e, incluso, asesinos con las manos manchadas de sangre. Bildu, socio de coalición del BNG en las elecciones europeas, por cierto. Es, también, una campaña de estrenos para dos líderes regionales . Alfonso Rueda afronta su primer ciclo electoral como presidente del gobierno y también de los populares gallegos. Se enfrenta a una circunstancia paradójica: si el PP recupera espacio —y no es difícil— lo atribuirán al 'efecto Feijóo' que impulsa su antecesor en la Xunta, ahora como inquilino de la séptima planta de la madrileña calle Génova; y si no lo consigue, se le imputará en solitario el fracaso. El PSOE, a defender Ocurre algo similar con Valentín González Formoso, con el hándicap de que el PSOE es al que le toca defender un mejor resultado , dado que tras la cita de mayo de 2019 se hizo con el gobierno —en minoría o coaligado— de cinco ciudades y tres diputaciones. El que más tiene, más arriesga. El alcalde de As Pontes es también candidato a la reelección en su villa, una situación anómala que se compensa con el regreso a la política de José Ramón Gómez Besteiro, cuya presencia en actos políticos durante esta campaña va a ser constante y creciente. Y no parece que sea casual, sino un anticipo de las autonómicas que se auguran para el próximo año. El regreso de Besteiro, auspiciado directamente por Pedro Sánchez y a iniciativa de Formoso, blinda a éste de cualquier eventualidad en forma de resultado negativo . Ferraz no va a cuestionar a la dirección regional socialista en el caso de que se retroceda electoralmente en Galicia, por lo que están desactivadas operaciones remotas como la que sueña Gonzalo Caballero, que quiso patrimonializar el 'efecto Sánchez' en las municipales y las generales de 2019. Todo apunta a que esta —con el flamante ministro José Miñones— va a ser la alineación del PSdeG para lo que resta de legislatura autonómica. No estrena liderazgo —porque Ana Pontón está más que consolidada al frente del BNG— pero el nacionalismo sí examina su capacidad para trasladar al ámbito local la influencia de su portavoz nacional. Es ella, y no la marca, la que hizo del Bloque en 2020 la alternativa por la izquierda en Galicia. Las encuestas arrojan un escenario de autonómicas que no se ha movido en exceso. Pero eso no se traduce en 'sorpasso' a los socialistas en La Coruña, Santiago, Orense, Ferrol ni Lugo, por no hablar de un Vigo inalcanzable para cualquiera que no sea Abel Caballero. Van a ser unas elecciones —o a eso apuntan las tendencias— de regreso al tripartidismo habitual en Galicia , con unas mareas a la baja y saldo inexistente para un Cs que se despedirá de sus escasos concejales y un Vox que difícilmente ganará alguno. Lo primero será una réplica de lo que acontezca en el resto de España; lo segundo alimentará el hecho diferencial de la política gallega.
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jueves, 11 de mayo de 2023
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