Mercancía averiada

Tras la presentación esta semana del proyecto de estación intermodal para Lugo ya solo cabe esperar que en breve, antes del 26 de mayo, llegue el anuncio de un aeropuerto con rutas internacionales para la ciudad. Sería tan creíble como el Power Point que trajo José Luis Ábalos. Estamos en tiempo de propaganda. Y hay que reconocer que en ese ámbito los socialistas tienen un arte especial. El proyecto, al margen de fanfarrias, ni es creíble ni atina en las prioridades. No nos engañemos. Sería fantástico contar con una estación funcional, pero lo que Lugo necesita antes de nada es un tren del siglo XXI. Sí, tener una intermodal sería fabuloso, pero quizás primero sería preciso garantizar rutas y frecuencias para que alguien considerase útil usarla. Sí, tener un AVE sería también magnífico, pero a día de hoy la prioridad es simplemente soñar con disfrutar algún día de un servicio ferroviario digno. Para entenderlo solo hace falta entrar en la página web de Renfe y jugar a imaginarse viajes desde o hacia Lugo. Por ejemplo, alguien que quisiese desplazarse en tren desde Santiago hasta Lugo mañana a primera hora debería estar dispuesto a invertir en el trayecto 3 horas y 14 minutos. Un viaje con transbordo que consumiría más del doble de tiempo que desplazarse por carretera. Y eso es así porque Lugo sigue siendo la única gran ciudad gallega que no tiene conexión ferroviaria directa con Compostela. Podría pensarse que es un caso aislado. No, no lo es. Renfe solo ofrece al viajero una posibilidad de trasladarse en tren mañana de Lugo hasta Vigo. El desplazamiento duraría 3 horas y 56 minutos. Apenas media hora menos del tiempo que tendría que invertir en determinadas conexiones ofertadas entre Orense y Madrid. Sí, sería fantástico poder disfrutar de un AVE en Lugo. Pero, dadas las circunstancias, quizás convendría reorientar las prioridades. Tal vez sería aconsejable plantearse como primer reto, por ejemplo, mejorar los servicios regionales de media distancia. Reducir los tiempos de desplazamiento a otras ciudades de Galicia sería útil. Que en esas conexiones haya horarios y frecuencias que resulten operativos para el potencial cliente del servicio sería igualmente provechoso. Y proyectar una conexión directa con Santiago entraría ya en la categoría de estupendo. Si cuestiones de este tipo llegasen a abordarse y materializarse habría usuarios dispuestos a utilizar la intermodal. Pero el actual titular de Fomento parece más predispuesto a dibujar planos que a adjudicar obras. El problema ni siquiera es que el acto organizado por el Ministerio tenga el tufillo electoralista que caracteriza al gobierno de Pedro Sánchez. Ni que ese departamento del ejecutivo central haya tenido un comportamiento desleal con la Xunta. Ni siquiera que el Power Point, en realidad todo lo que trajo Ábalos fue eso, carezca de cualquier tipo de garantía presupuestaria. El drama es que seguramente el ministro no tenga ni la más remota idea del ridículo que ha hecho al intentar venderle una nueva estación a una ciudad que acumula tantos años de retraso en la modernización de su red de tren. Que sí, que la intermodal es una idea maravillosa. Sobre todo si Lugo tuviese un tren de verdad, con conexiones de verdad y frecuencias funcionales. El papel lo aguanta todo, pero lo que necesita la ciudad no son maquetas nuevas sino obras ejecutadas y en servicio. La Autovía entre Lugo y Santiago es un buen ejemplo. Esa infraestructura fue ideada en 1.992, en tiempos de Felipe González. Hoy todavía está sin finalizar. Quizás, con suerte, se pueda concluir en la próxima legislatura, treinta años después de que se empezase a abordar su construcción. Con estos antecedentes, el proyecto que trajo Ábalos parece una de las habituales operaciones de marketing del gabinete de Pedro Sánchez. Simple mercancía averiada. Sobre todo porque proviene del mismo gobierno que hace apenas unas semanas reducía 20 puntos las inversiones en Galicia en los presupuestos que presentó antes de verse abocado a adelantar las elecciones. La intermodal será necesaria cuando Lugo pueda disfrutar de un servicio de tren propio de este siglo. Pero para eso será preciso que Fomento plantee inversiones en las infraestructuras estratégicas y no edificios vacíos de contenido.

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