
Además de batallar en Filipinas, Eustaquio Gopar Hernández, héroe de guerra por su presencia en el Sitio de Baler, en Filipinas, tuvo a su regreso a España que batallar con la burocracia. Era de Tuineje, en Fuerteventura, isla de la que era también Rafael Alonso, de La Oliva. De Tenerife, José Hernández Arocha. Eustaquio Gopar Hernández fue integrante del Ejército español en el Batallón Expedicionario de Cazadores dos. De profesión labrador y nacido 2 de noviembre de 1876 falleció el 25 de octubre de 1963 logrando, tras una ardua batalla administrativa, ser reconocido como teniente honorario. La pensión la pedía para no morir con una miseria de paga de 60 pesetas. Y también para que nadie olvidara que Canarias tuvo su presencia en la uerra que generó la última posesión en Ultramar. Quien acabó con la travesía administrativa fue el general Francisco García Escámez, una de las personas más admiradas por los canarios ya que, entre otras cosas, asumió el liderazgo necesario para soluciones y desarrollar las islas cuando estuvo al frente de Mando Económico de Canarias. Único El carismático general García Escámez, muy apreciado por la gente más humilde de las islas, comenzó por lo que creía más sencillo. Remitió al capitán general de Canarias un documento con el expediente 3533-B el de julio de 1944. Pide que se le conceda al héroe canario de Baler el grado de teniente honorario como superviviente en Filipinas atendiendo con lo que recoge el decreto sobre los cuzados del siglo XIX, es decir, decreto de la jefatura del Estado de 12 de marzo de 1938. Para comprender el poder de García Escámez hay que tener en cuenta estos cargos: Capitán general de Canarias, general jefe de las fuerzas de Tierra, Mar y Aire, y del Mando Económico de Archipiélago. Todo en uno. Pasan los días y García Escámez recibe una carta de un subordinado, en un tono propio de los rangos, que lo deja frío: se trata de una respuesta del jefe que está al frente de Reclutamiento y Personal. En la misiva se señala que se desestimaba la petición porque, a juicio de la norma de 1938, era condición indispensable el haber estado encuadrado en las filas carlistas, «circunstancias que no concurren en el solicitante», apostilla el texto. General Francisco García Escámez - ABC A estas alturas A partir de ahí, ante la injusticia administrativa que se estaba produciendo, García Escámez, un militar de Infantería, Cruz Laureada de San Fernando por la guerra del Rif por Alfonso XIII, comienza una guerra personal contra el sistema legal del Ministerio de Guerra que generó cambios en la norma por parte de Franco beneficiando no solamente a los soldados de Filipinas sino también a determinados héroes de Cuba. La carta llega a su espartano despacho de Santa Cruz de Tenerife el 14 de agosto en 1944. Esa misma fecha, García Escámez, dice al ministro del Ejército, Carlos Asensio Cabanillas, «elevando instancia de uno de los supervivientes de Baler (tal vez el único) en la que solicitaba se le concediera el grado de teniente honorífico» y apostilla: «Creo que en atención a lo simbólico del Sitio de Baler, el último lugar de nuestro imperio de Ultramar, donde ondeó la bandera de España, podría otorgarse lo que se solicita, máxime teniendo en cuenta, el buen efecto que ocasionaría en la isla, el premio a uno de los actores de tan heroico hecho». Se despide con «se espera de que resuelvas favorablemente esta petición, te abraza tu subordinado y buen amigo y compañero que te quiere» porque «Eustaquio Gopar debe ser el único (solicitante, tachado) superviviente del grupo de treinta y tantos que capituló con todos los honores militares terminada la guerra». «Habla con Franco si no sabes» El general García Escámez no era hombre de vacaciones. El 18 de agosto de 1994 llega a su despacho en Canarias y escribe una carta más, en la que señala Carlos Asensio Cabanillas que si tiene alguna duda que hable con Francisco Franco «por ser un caso tan destacado y sobresaliente y no haberse premiado a este pobre viejo, es por lo que me intereso por él, creyendo que si le expones el asunto al Caudillo, como gracia especial, le premiará con el empleo de teniente honorifico, con lo cual podrá ayudarse en su corta vida que en su actualidad hace con medios muy reducidos». Un mes más tarde llega carta de Madrid. El ministro del Ejército, el 14 de septiembre de 1944 firma una carta dirigida al capitán general de Canarias en Santa Cruz de Tenerife, donde le apunta: «Que curse nueva instancia el interesado y se estudiara de nuevo el caso, para ver qué solución puede dársele». Para lo que un ministro en Madrid era un «inetresado» a García Escámez no debió haberle gustado nada. Porque, a esas alturas de barreras legales por todos sitios, el interesado era él por una cuestión moral que Asensio Cabanillas no percibía. Entonces, en lugar de resolver, se insta a que el héroe de guerra de Baler que vuelva a hacer todo el papeleo. El coronel comandante de Fuerteventura, Francisco del Valle, debió ayudar al anciano que antes fue soldado español de Filipinas, que vivía con una pensión que le generaba problemas para vivir. Bordeando la ayuda social. El 20 de octubre de 1944 se mandaron los papeles del «interesado» a Madrid. El general Escámez recibe respuesta el 28 de ese mes. La carta señala que el asunto se tratará «con cariño». En junio de 1945 llega carta de Madrid. Se ha concendido el título de teniente honorífico al soldado de Fuerteventura que resistió en Baler. En la carta de agradecimiento para cerrar el expediente, García Escamez apostilla al ministro en Madrid su satisfacción por «lo rápidamente que se ha resuelto una tramitación generalmente tan laboriosa». De 60 pesetas al mes a 6.000 pesetas anuales.
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