El termómetro marca 27 grados a las 19.45 horas, y la humedad multiplica la sensación de calor. En Acapulco, el martes se celebra a lo grande porque por fin juega Rafael Nadal, héroe también en esta parte del planeta. Lleva un mes sin competir, justo desde la final del Abierto de Australia ante Novak Djokovic de ingrato recuerdo, y él mismo admitía en la víspera que, en su debut, se trataba de sobrevivir y de pasar ronda, pues no siempre se puede estar al máximo. Y eso hizo ante Mischa Zverev, al que superó por un doble 6-3 en una hora y 20 minutos, triunfo convincente y básico para cargar las pilas en esta gira en la que solo puede sumar. No fue la mejor noche, ni tampoco fue necesario, pero era hasta cierto punto previsible. Nadal, además, ha tenido un problema en una de sus muñecas esta semana y apenas se ha podido entrenar, justito de sensaciones y de kilómetros. Para colmo, se medía a un rival atípico, pues Zverev, el hermano mayor de Alexander (estaba apoyando en la grada), es un romántico que todavía predica con el saque-red y apenas da ritmo, que es justo lo que necesita Nadal. Ganó el mallorquín, que era lo que buscaba, y en segunda ronda se medirá a Nick Kyrgios, quien antes se deshizo de Andreas Seppi en dos sets. El número dos de la ATP, también sin mangas en el Abierto Mexicano, completó una puesta en escena digna. Al cuarto de hora, y una vez decide arriesgar al resto, desactivó los permanentes ataques del alemán y le rompió el saque después de un buen passing y un bonito globo, preciso cuando la situación lo reclamaba. En el siguiente juego, confirmó el break y ese 4-1 pesó demasiado sobre Zverev, al que nunca se le vio en situación de discutir pese a disponer de una oportunidad en el séptimo juego para recuperar el servicio perdido. En 38 minutos, Nadal se apuntó el primer capítulo por 6-3 con un punto estupendo y cerró el puño con rabia. «¡Venga, guapo!», «¡Vamos, matador!», grita la gente del estadio Pegaso, que en el fondo quiere algo más de batalla, un poco de emoción. Pero el español no está dispuesto a que se alargue la historia más de la cuenta y mantiene la misma velocidad de crucero en el segundo set. Es cierto que sube el nivel, que hay puntos más trabajados y bonitos, pero el desenlace es previsible porque a Zverev le cuesta un mundo sumar y mantener el equilibrio al tiempo que Nadal trata de ajustar su derecha y de buscar profundidad. El campeón de 17 grandes, ganador aquí dos veces, quiebra a Zverev en el séptimo juego y con esa renta empieza a confirmar una victoria rutinaria y también muy necesaria, y más después de todo. Lo hace sin alardes, pero el nivel es más que aceptable, visiblemente satisfecho por cómo celebra el pase segunda ronda. Tocará ahí dar un salto y aumentar la velocidad, pues Kyrgios, imprevisible siempre, es peligrosísimo si está por la labor. De momento, Nadal coge tono en Acapulco, y eso ya es una buena noticia para él.
De Deportes https://ift.tt/2EyPACW
0 comentarios:
Publicar un comentario