sábado, 2 de marzo de 2019

Arantxa Sánchez Vicario peleará para recuperar hasta el último céntimo de su fortuna

Antes de ganar su primer Roland Garros con solo 17 años, Arantxa Sánchez Vicario (47 años) concedía una entrevista a Pepe Navarro donde se podía ver que en su día a día solo existían dos motivaciones: el trabajo y el sacrificio. «Pienso solo en tenis», decía. Ese talento casi sobrenatural le hizo ganar una fortuna que la revista «Forbes» estimó en 2012 en 15 millones de euros en premios a lo largo de su carrera y 35 millones en patrocinios. Su destreza con la raqueta y unas ganancias millonarias fueron el germen de todo lo que vino después: tras una adolescencia «arrebatada» y la aparición en su vida de Josep Santacana, quien, según aseguraba antaño, la valoró más como mujer que como campeona del mundo del tenis, Arantxa rompió la relación con sus padres -Emilio Sánchez, fallecido en 2016, y Marisa Vicario-, a quienes acusó en su libro «¡Vamos, Arantxa!», y ante los tribunales, de haber malgastado su dinero. Ha pasado un año desde que trascendió que Arantxa y Santacana habían puesto fin a su matrimonio después de diez años y dos hijos, Arantxa (10) y Leo (7), en común. Durante semanas no se habló de otra cosa y la última aparición de Arantxa frente a las cámaras se producía junto a su abogado, Ryan M. McCarthy, en Miami. El letrado aseguró entonces que la excampeona no tenía «nada a su nombre» y que, tras la separación, no tenía acceso a sus fondos, que los había estado manejando Santacana desde 2008, cuando se casaron. «Ella nunca se ha ocupado de sus finanzas. Hubo una época en la que sus padres se encargaron de eso, luego fue su marido», recalcó McCarthy. Una cuestión que el entorno de Santacana siempre ha negado: «Es absolutamente falso que ella firmase un papel dándole poderes a Josep para que él gestionase sus bienes». Los días más tristes Aquellos días fueron «muy desagradables» para Arantxa. Ahora la extenista se ha reconciliado con su familia y «está mucho más animada e ilusionada pensando que ya falta menos para que todo acabe», afirma a ABC Ramón Tamborero, el abogado que la representa en el proceso de divorcio que hay abierto en los juzgados de Esplugues de Llobregat, cuya vista tendrá lugar este lunes. Un contencioso que también sigue su curso en Miami y que está por ver en qué país se dirimirá. Para entender por qué existen dos procedimientos abiertos por la misma causa a un lado y otro del charco, es importante situar tres fechas a lo largo de 2018. El 3 de enero, cuando Santacana pidió el divorcio en el Tribunal de Florida; el 22 de febrero, cuando interpuso la misma demanda en el juzgado de Esplugues de Llobregat; y la mañana del 26 de febrero, cuando retiró la demanda en el Tribunal de Florida. Ese mismo día, por la tarde, Arantxa se personó en el juzgado de Florida para interponer su propia demanda de divorcio. Disputa territorial Así, quedó abierto un proceso por parte de Arantxa en EE.UU., y otro por Santacana en España. «Nosotros sostenemos que el tribunal de Miami es el competente para tratar el divorcio, porque es donde se inició el proceso judicial», cuenta Tamborero. La jueza de Esplugues ya ha dicho en tres ocasiones que su juzgado es el competente para llevar la causa, pues los dos tienen la nacionalidad española y allí se casaron en 2008. Pase lo que pase el lunes, los abogados de Arantxa seguirán luchando para que su matrimonio se finiquite en Miami. Todo se resume a las estrategias de ambas defensas. Si el divorcio se ejecuta en España, se tendrán que cumplir las capitulaciones matrimoniales que la familia Sánchez Vicario obligó a firmar a Santacana, donde se establecía el régimen de separación de bienes. Si el proceso se lleva a cabo en Miami, esas capitulaciones no tendrían validez y Santacana -bajo pena de perjurio, algo que establece el sistema judicial en el estado de Florida-, tendría que declarar todos sus bienes y las sociedades en las que aparece, incluidas las offshore. Cuando se casaron, el 12 de septiembre de 2008, Arantxa contabilizó su fortuna en 35 millones de euros, un monto que diez años después se había evaporado. Mientras Santacana ahora busca que se cumpla lo pactado antes de la boda, Tamborero cree que en EE.UU. podrán localizar los fondos de Arantxa: «Allí se ofrecen más garantías a la hora de rastrear los bienes de los cuales era titular y propietaria la señora Sánchez Vicario, que los tenía en sociedades mercantiles que ella no controlaba». El fondo de esta disputa territorial reside en una querella del Banco de Luxemburgo, que acusa a la expareja por un delito de alzamiento de bienes y le reclama 7,5 millones de euros. Si el divorcio se resuelve en España, Santacana dejaría de tener responsabilidades en este pleito. La custodia de sus hijos A diferencia de lo que se ha publicado, hasta que no firmen el divorcio los acuerdos sobre la custodia y manutención de los niños seguirán paralizados en los tribunales de Miami, donde se discute el caso, pues allí viven los menores. «Arantxa estuvo meses sin dejar que Pepe viera a los críos y él tuvo que interponer una demanda. A raíz de eso, les asignaron un coordinador parental y desde hace tres meses tienen un régimen de custodia compartida», insiste una fuente cercana a Santacana. El relato del abogado de Arantxa es distinto: «Los niños viven con la madre. Del padre no se sabe nada, ni los ve ni ha pedido verlos. El señor Santacana no tiene ninguna relación con ellos desde hace más de un año». Sí asegura que están buscando alternativas a través de un mediador, pero Santacana «no tiene reconocido ningún régimen de visitas». Las versiones de los dos bandos son enteramente contrapuestas. En el entorno del empresario se muestran optimistas, creen que en tres semanas habrá resolución judicial sobre el divorcio. «Ahora está mucho más tranquilo», afirman. Lo único que está claro es que la tenista irá a por todas para que su divorcio sea en Miami y así poder recuperar lo que es suyo desde que ganó aquel primer Roland Garros, hace ya 30 años. De izqda. a decha.: Josep Santacana, Arantxa Sánchez Vicario y su madre, Marisa Vicario - EFE La querella del Banco de Luxemburgo será decisiva En paralelo al divorcio, en el Juzgado de Instrucción número 4 de Barcelona se sigue investigando la causa abierta por el Banco de Luxemburgo contra Arantxa Sánchez Vicario y Josep Santacana. El origen de este litigio se remonta a más de dos décadas atrás, cuando la extenista declaró vivir en Andorra, entre 1989 y 1993. El Tribunal Supremo condenó en 2009 a Arantxa a pagar una multa de 5,2 millones de euros en concepto de impuestos atrasados por aquellos años, pues en realidad residió en España. Cuando Hacienda ganó el caso, el Banco Sabadell -que había avalado a Arantxa- tuvo que pagar la multa y reclamó al Banco de Luxemburgo -donde la tenista tenía fondos suficientes para hacer frente a la deuda- el importe del contraaval que la entidad le había hecho. Pero fuentes conocedoras del caso cuentan a ABC que «en el interín, y sin que Arantxa lo supiera, no se sabe cómo alguien actuó por ella ante el Banco de Luxemburgo y retiró todos sus fondos». Entonces, la entidad extranjera tuvo que hacer frente al pago, pues ya se había comprometido, pero sin los fondos de la tenista. El Banco de Luxemburgo inició en 2010 un pleito contra Arantxa, que ganó en España por la vía civil, pero no pudo recuperar los 7,5 millones que reclamó a Arantxa y a su todavía marido. Por eso, comenzó un proceso penal, donde acusó a la expareja por un delito de alzamiento de bienes. Debido a esta causa es muy importante lo que ocurra en el pleito matrimonial. Arantxa dice que no sabe dónde está ese dinero. La idea es que, con los fondos que ella vaya localizando y recuperando, devuelva al Banco de Luxemburgo el dinero de aquel aval. De momento, han conseguido 700.000 euros de una inversión que sus padres realizaron en Nueva York.

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