
Esquerra Republicana de Cataluña, antiguo socio «preferente» del PSOE con José Luis Rodríguez Zapatero, y ahora consorte de moción de censura con Pedro Sánchez, ha perdido la confianza en el presidente del Gobierno. ERC percibe a Sánchez desconcertado, rehén de la provisionalidad, carente de un plan predeterminado para Cataluña, e incapaz de sobreponerse a la presión que ha empezado a ejercer ese amplio sector del PSOE crítico con el separatismo y escandalizado por los resultados de la izquierda en Andalucía. Esquerra empieza a pensar que todo en Sánchez son fuegos artificiales, aunque sigue siendo partidaria de no romper abruptamente y abocarle a convocar elecciones generales en el mes de marzo. Torra, presidente «accidental» En efecto, para ERC hay una «línea roja» insuperable que, pese a la decepción que sus dirigentes en Madrid dicen tener con Pedro Sánchez, no quieren superar: la de dar pie a que pueda producirse una mayoría entre el PP, Ciudadanos y Vox que dé al traste con cualquier «operación diálogo». Se avance o no hacia la independencia, ese diálogo con PSOE y Podemos «está asegurado». Sin embargo, todo está hoy en un punto de «bloqueo mental», argumentan desde ERC, «en el que nadie sabe exactamente qué hacer». En Cataluña crece la percepción de que Joaquim Torra es un presidente «accidental», aislado y sin recursos para liderar un proceso separatista que está más cerca de la aplicación del artículo 155 de la Constitución que de «progresar» al gusto de ERC. Ahora mismo, los republicanos dudan entre tratar de recomponer las relaciones con el PSOE, otorgándole a Sánchez un voto de confianza, o esperar acontecimientos. El separatismo catalán está completamente dividido e inmerso en estrategias radicalmente opuestas. ERC no respalda la huelga de hambre que han iniciado los políticos presos del PdeCat y está muy desmarcada de Carles Puigdemont, cuyo liderazgo se está disolviendo entre bravatas inútiles desde Bruselas sin que Torra emerja con una sola idea consistente. ERC ha apoyado hasta ahora todos los decretos del Gobierno presentados a votación en el Congreso en muestra de “señal amistosa”. Pero sus dirigentes creen haber detectado el doble juego de Sánchez, al que reprochan que no haya dado ni un solo paso para que la Fiscalía General del Estado retirase la acusación de rebelión contra los procesados. Nadie de ERC habla con Sánchez De hecho, consideran insuficiente el «gesto» de forzar a la Abogacía del Estado a presentar un escrito de acusación que, para ERC, fue una «sorpresa desagradable». Cuando los republicanos pensaron que la Abogacía solo acusaría por malversación, añadió un delito que no tenían previsto, el de sedición. Hoy nadie de ERC tiene en Madrid una interlocución directa, fluida y constante con Pedro Sánchez. Solo con la vicepresidenta, Carmen Calvo, y con la portavoz parlamentaria, Adriana Lastra, algo que consideran «insuficiente y nada productivo». La rehabilitación de la comisión bilateral entre el Estado y Cataluña después de once años inactiva ha sido para ERC más un golpe de efecto que una herramienta útil. Hasta ahora, el Gobierno y los representantes del independentismo en esa comisión se han limitado a «debatir sobre si debatimos un orden del día para plantear un debate… Nada de fondo, y empieza a parecer una tomadura de pelo». Lo extraño para ERC es que, no haciendo Sánchez concesiones, a los ojos de la opinión pública parezca que es así y se le esté penalizando, como ha ocurrido en Andalucía. «Pero ese no es nuestro problema», señalan. «A partir de ahora, en ERC tendremos que hablar mucho entre nosotros mismos, y también con el Pdecat», añaden. Porque nadie sabe cuál es el siguiente paso que les conviene dar en su pulso al Estado. Empezar a «tumbar» decretos ERC se plantea dar un aviso a Sánchez rechazando no solo los presupuestos generales del Estado en las próximas semanas, sino empezando a tumbar decretos en votaciones en el Congreso. Si eso ocurre, será el síntoma de que la legislatura se agota para Sánchez, quien realmente duda de que al PSOE le compense seguir ofreciendo una imagen de cesión al separatismo si el fracaso en Andalucía va a generar un efecto arrastre en otras comunidades. Sánchez deberá aclararse con su propio partido en un mes de enero que promete ser extremadamente tenso: con la presentación de los presupuestos, con el inicio de la fase testifical del juicio en el Tribunal Supremo, y con conatos de violencia reactivados en las calles de Cataluña a manos de unos “comités de defensa de la república” instigados irresponsablemente por Torra y fuera de control. De algún modo, ERC está en un confuso proceso de reflexión interna. El punto de inflexión de su desconfianza absoluta hacia Sánchez ha sido la propuesta de algunos destacados barones socialistas como García Page o Lambán de ilegalizar a los partidos separatistas, «porque aunque Sánchez no comparta ese criterio, no puede volver a fracturar al PSOE a unos meses de las elecciones». Y en el juego de equilibrios internos en el socialismo, Sánchez no se va a arriesgar con más proposiciones al independentismo que la de una reforma estatutaria con más autogobierno para Cataluña, y una posterior consulta basada en esa reforma. La «vía Zapatero», en definitiva, que el separatismo considera completamente superada ya. Como mucho, ERC aceptaría una consulta diferente a la planteada ilegalmente por Puigdemont, que era independencia sí o sí». Aun a sabiendas de que sería ilegal, ERC creería en una triple pregunta basada en decidir sobre “el estado autonómico actual, una reforma estatutaria con más autogobierno y, en tercer lugar, la independencia”. En definitiva, otro dique seco. ERC es consciente de que «hoy, la república es imposible y forzar a los catalanes a una insurrección carece de sentido». Su estrategia pasa por ampliar la «base social de la ruptura», amparándose en datos internos: cuando ERC estaba dirigida por Josep Lluis Carod, solo el 20 por ciento de los catalanes era abiertamente separatista. Hoy creen que la proporción es 50/50, y argumentan que por debajo de los 45 años, es independentista el 65 por ciento… “Todo es cuestión de tiempo y de que Sánchez se aclare, si puede… Pero miente quien diga que sabe cómo acabará todo esto”.
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