sábado, 22 de diciembre de 2018

Lo que tienen en común (y lo que diferencia) a las primeras damas de América del Sur

Desde que en el siglo XIX se utilizar por primera vez el término «la primera dama de la Tierra», muchas son las mujeres que han tenido el título por ser esposas de los jefes de Estado de diversos países. Rara vez se ha escuchado en España, donde la primera dama es la Reina, pero sí es un término muy habitual en América del Sur. Al menos, en los territorios que son repúblicas. Y es que cabe recordar que todavía hay territorios dependientes de Reino Unido (Malvinas, Georgias del Sur y Sandwich del Sur), de Francia (Guayana Francesa) y de Holanda (Aruba, Curazao y Bonaire), con diferentes niveles de independencia. Tampoco hay primera dama en Trinidad y Tobago, donde actualmente la presidenta es Paula-Mae Weeks. Juliana Awada (Argentina) La esposa de Mauricio Macri es una de las primeras damas de América del Sur más conocidas en España, dadas las estrechas relaciones entre Argentina y nuestro país. Definida por la revista «Vogue» como «una versión moderna de Jackie Kennedy», Awada es hija de un inmigrante libanés y tras vivir un tiempo en Oxford, se involucró en el negocio familiar, una empresa textil con presencia en Argentina, Chile y Uruguay. Antes de conocer al presidente argentino, Awada contrajo matrimonio en 1997 con Gustavo Capello, de quien se divorció un año después. Comenzó tiempo después una relación con Bruno Barbier, con quien estuvo durante casi una década y padre de su hija Valentina. En 2009 su camino se cruzó con el de Macri, dándose el «sí, quiero» un año más tarde. Fruto de esta unión nació Antonia, su segunda hija y cuarta de su esposo. Hija de dos musulmanes seculares, Awada se bautizó en 2014.​ Su presencia en la Quinta de los Olivos no ha estado exenta de polémicas . Fue denunciada en dos ocasiones tras descubrirse unos talles clandestinos que afirmaban vendían ropa a la empresa de Juliana Awada, además de la filtración de un vídeo que demostraba las pésimas condiciones laborales de los trabajadores de una firma que pertenece a la primera dama. Awada se defendió de las acusaciones afirmando que eran falsas y venían «del lado político». Tampoco fue bien recibido su nombramiento en abril de 2016 como asesora presidencial, con un sueldo mensual de noventa mil pesos (unos dos mil euros).

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