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Ángel Villar fue criticado durante veintinueve años por tener la Asamblea de la Federación Española controlada con mano de hierro, y su sucesor, Luis Rubiales, vive un ambiente similar. Al fin y al cabo, esta Asamblea ya contaba con el presidente de la AFE como futuro relevo oficialista de Villar antes de la operación Soule, que acabó con el villarismo. Rubiales se desmarcó del entonces presidente, encarcelado, pero aquellos hombres son los mismos que ahora le han elegido como relevo. Y su tónica de actuación es la de siempre: que no se me vea protestar, ni llevar la contraria. El sueldo de Rubiales, aprobado por la Asamblea: cobrará 160.000 euros brutos y se le otorga vivienda en Madrid a cargo de la Federación El nuevo dirigente vio aprobadas las cuentas de 2017 y el presupuesto de 2018 sin un voto en contra, con más de cien votos a favor y únicamente algunas abstenciones. «Hemos aprobado todo sin ningún voto en contra», argumentó el dirigente del fútbol español con orgullo delante de Infantino, presidente de la FIFA. Pero esa misma falta de debate interno no era un dato precisamente edificante. La Asamblea confirmó un sueldo para el presidente de 160.000 euros brutos, con un pago variable condicionado a los ingresos de patrocinios, que será de un 0,6 por ciento de los ingresos, con un límite superior del 0,175 por ciento de los ingresos de la Federación. También se le concede un piso para vivir en Madrid, pagado por la FEF, pues su residencia habitual era Valencia. La extrañeza de Camps por tanto silencio Las cuentas del ejercicio 2017 se saldaron con una cifra de negocio de 159 millones y un beneficio de 8,2 millones de euros, que pueden reducirse a 1,5 millones si se dan como ciertas las salvedades que expresa una segunda auditoría de la firma BDO, contratada por el Consejo Superior de Deportes. La votación de estas cuentas tuvo 107 apoyos, ningún voto en contra y ocho abstenciones, aunque esas salvedades por algunos contratos de patrimonio redujeran las ganancias de 8,2 millones de euros a 1,5. No pasaba nada. El presupuesto de 2018, 170 millones, fue refrendado por 112 votos, seis abstenciones y nadie en contra. Ni un solo integrante de la Asamblea preguntó nada, no solicitó aclaraciones ni albergó dudas ¿Se leyeron las cuentas? Hasta el secretario general de la Federación, Andreu Camps, portavoz de la reunión, se extrañó del silencio general. Advirtió anteriormente que solo permitiría dos turnos de preguntas por cada punto y se quedaron sin cubrir todos esos espacios de debate relativos a los dineros. Nadie se atrevió a levantar la mano para votar «no» o para discutir las cuentas, probablemente porque se sentiría un disidente.
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