
Casi un mes después de haber levantado su undécimo Roland Garros, Nadal volvía a una pista de tenis de manera oficial. Casi un mes de descanso obligado para su cuerpo con el único objetivo de llegar a Wimbledon en la mejor forma posible. Quizá por eso, su vuelta era una incógnita. No solo por el cambio de superficie, que siempre cuesta, sino por conocer cómo le había sentado el parón al maltrecho físico del balear. El All England Club le había deparado un inicio espinoso ante Dudi Sela, un tenista sin mucho pedigrí que es capaz de hacer frente a cualquiera si tiene un buen día. Arrancó dubitativo Nadal, buscando las sensaciones especiales que requiere la hierba. Fallón al resto, tardó en imponer su calidad ante un Sela que parecía tener su día. De los tres primeros juegos con su servicio, el israelí ganó dos de ellos en blanco. Caminaba firme en el set hasta que Nadal puso la directa. El español se apuntó 16 puntos seguidos, transformados en cuatro juegos que le dieron la primera manga por 6-3 y le pusieron en ventaja en la segunda. Había pasado apenas media hora desde el primer punto, pero Nadal ya sonreía sobre el verde de la pista central. Las dudas, si las hubo, habían saltado ya por los aires, sepultadas por el juego tenaz y preciso del balear. A la seguridad en el servicio, el campeón español sumó ayer la sabiduría para subir a la red solo en los momentos precisos, lo que le ayudó de manera decisiva a apuntarse también el segundo set (6-3). Sela, instalado ya en una montaña rusa incapaz de gobernar, comenzó rompiendo el servicio de Nadal en el tercer parcial. Un espejismo, porque perdió los cuatro siguientes (4-1). La victoria de Nadal era cuestión de tiempo y apenas tardó en llegar. Victoria que permite sonreír al balear en su regreso a Wimbledon, donde aún tiene un largo camino que recorrer hacia el triunfo final.
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