Rozaron el cielo con la yema de los dedos pero, esta vez, el milagro no pudo ser. “Del sueño a la pesadilla”, resumió el diario Olé. La Nación no tuvo piedad, “y quedó eliminada en su peor actuación en un Mundial desde 2002”. Clarín, reconoció: “Argentina fue superada por Francia, quedó eliminada y dejó una triste imagen”. De la Quiaca, al norte del norte del país, a Ushuaia, al sur del sur, Argentina vivió durante esos trepidantes y largos 90 minutos por y para el Mundial. Dos potencias, dos campeones se saludaban en abierto enfrentamiento en Rusia. De las sonrisas y la explosión de alegría a las lágrimas y el “bajón” de una población que, en lugar de nacer con un pan debajo del brazo lo hace con un balón de fútbol en las piernas. “No tenemos nada para reprocharnos, insistía Mascherano. Entre sollozos, “el jefecito” asumió, “cuando te vacías… Hay que reconocer que el otro equipo fue mejor. Ojalá estos chicos en el futuro puedan lograrlo”. Dicho esto, el alma mater de la albiceleste, anunció “es hora de decirle adiós a la selección”. Las calles argentinas estaban desiertas, salvo las plazas donde las pantallas gigantes creyeron, en buena parte del encuentro, que llegarían con el triunfo hasta el cielo de la Copa. En los supermercados –incluidos los chinos- había televisiones y los obreros de la construcción que hacían horas extras en sábado buscaban bares con televisiores para poder ver algo mientras comían un bocadillo . “Perdimos con honor. Hoy dejaron todo pero no alcanzó con corazón. Falta equipo”, analizaba Oscar, con gorro y bufanda de la selección. Mbappé fue el nombre más repetido entre comentaristas y aficionados. La máquina de correr y generar goles, de apenas 19 años, era el verdugo que, con el resto del equipo, fue rompiendo las ilusiones de millones de argentinos, la afición más numerosa –y “bullanguera”- en Rusia y en su propio país. Los comentaristas del partido reconocieron la superioridad de Francia en esa montaña rusa de emociones. A Messsi, la mayoría, le perdonó la vida gracias al segundo gol. Al técnico, cuando le nombraban no era, precisamente, para destacar que fuera alto, guapo y rubio. Ángel Di María pasó de ser el peor de todos al ídolo después del golazo que nadie vio llegar. Pero, ya fue. Se perdió. En la derrota digna a Sampaoli le cuenta las horas o los minutos que le quedan en la albiceleste. Y los famosos, como los otros, reconocieron “la actitud” del “plantel”, un consuelo ante el fracaso. Algunos tuits pusieron los pies en la tierra y pasaron página rápido. Luciana Salazar lo escribió cortito y claro. “Bueno, ahora vamos a lo que importa. A cuánto va a cotizar el dólar el lunes?”, la divisa estadounidense, la segunda (o primera) moneda de los argentinos, subió los últimos días enteros mientras la cotización de la albiceleste se troceaba. Jana Maradona, la hija que Diego Armando reconoció tarde y con la que ahora se lleva mejor que con Dalma y Giannina se resignó, “Cuatro años otra vez”. Su padre, otro partido en simultaneo (esta vez más tranquilito), cerró los puños, jaleó con las manos a Sampaoli con entusiasmo y con las gafas con el reflejo de los colores de su bandera, se abrazó con su polémica novia, Rocío Oliva, enfundada y sudando la camiseta desde el paco. “Messi apático, de repente te hace dudar si es capaz de ponerse un equipo al hombro. Por ser el mejor jugador es al que se le puede exigir un poco más”, alzaba la voz un periodista. El viejo Cherquis Bialo analizaba: “La derrota por 4 contra 3 hay que convertirla en un aspecto positivo” y cargaba, como casi todos, contra Sampaoli: “Ese impresentable director técnico”. Es “el final de un ciclo”, sentenció y redujo el cuadro visto a un pantallazo: “un equipo mal preparado, mal entrenado y mal dispuesto en la cancha. Hay que empezar de cero”. Entre las causas, observó, “el único que desde el mundial pasado hasta hoy fue dirigido por cuatro técnicos”, (Sabela, Martino, Bauza y Sampaoli). Sin sangre pero con mucho sudor y lágrimas Argentina y un deprimido Leonel Messi, se despidieron del Mundial. ¿Será el último?
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