Para contrarrestar el efecto letal de todos los venenos, el obstinado e irreductible Betis Baloncesto, cuánto mérito tiene este equipo, dispone del mejor de los antídotos posibles. Se llama Joaquín Rodríguez , nació en Mercedes (Uruguay), tiene 24 años, ha sido padre recientemente y ha venido a Sevilla con el hambre voraz de quien quiere comerse el mundo y dejar una huella imborrable en San Pablo . Va camino de ello; de lo segundo, seguro. Este viernes se convirtió en el superhéroe de su equipo al anotar un triple a tabla cuando el segundero se agotaba. En el money time fue decisivo. Con 67-69, tras triple de Jaime Fernández, la victoria se escapaba irremisiblemente camino de Valladolid, pero quedaba un tiempo muerto, diseñado con clínica precisión por Savignani y ejecutado del mismo modo por Joaquín Rodríguez. Y con baraka: triple con la inestimable ayuda del tablero y júbilo en San Pablo. Tal estallido provocó la canasta que los jugadores verdiblancos, una piña, se fueron hasta la grada de animación para fundirse en abrazos con su gente . Una imagen de lo más ochentera justificada en el nuevo canto a la épica de un equipo que sufrió un pésimo arbitraje en el tercer cuarto y ni así se rajó. Es un martillo pilón. Ganó en Illumbe de manera casi impensable y contra el Valladolid subió la apuesta para escapar de todas las trampas gracias a la mano ganadora de Joaquín Rodríguez, que vale un potosí y pone al Betis rumbo a la novena plaza que tanto ansía. Como le viene sucediendo en los últimos partidos, quizá porque el combustible escasea o bien porque se autoregula en el esfuerzo, el Betis entró algo frío a la pista y el Valladolid, muy mermado de efectivos pero con calidad en su cinco inicial, lo aprovechó. Con Kovacevic de francotirador, diez puntos en un pestañeo reunió el escolta esloveno, el conjunto pucelano logró una máxima renta de ocho puntos (11-19) antes de que el Betis, espoleado por la gasolina súper de Joaquín Rodríguez, le recetara un 8-0, abrochado con un mate de Fevry (21-20) , que sacó a la afición de su letargo. Ese parcial le puso las pilas al Betis, legañoso en la apertura hasta que Joaquín Rodríguez tocó la corneta para que sus compañeros despabilasen. Savignani mantuvo a Fevry en el quinteto, pero todas las pelotas pasaban por el charrúa, que absorbía responsabilidad y tiros, quizá demasiados. Si todos los pases que salieron de sus manos hubiesen acabado en lanzamientos convertidos, se habría puesto las botas en el capítulo de asistencias. Sin embargo, desde el triple estaba seco el Betis. Tieso. Un 0-5 devolvió el mando al Valladolid (21-25) antes del estreno anotador de Polanco en el partido, que entraba y salía, como si Savignani experimentara con él cambios de balonmano . Lo propio hacía con Joaquín, una manera de dosificarlos. A la octava fue la vencida para el Betis desde el arco. Con la rúbrica, por supuesto del uruguayo (29-29). Luego, Kuksiks y Polanco se toparon con el metal, no así Faggiano. Repetía Joaquín, que calentaba sus muñecas (35-33) y se disparaba ya a la docena de puntos . Otro nivel. El Valladolid se obcecaba en el tiro de tres y el Betis castigaba en la transición. Al descanso, imperaba la igualdad (37-35) entre dos equipos que hacían equilibrismos con las rotaciones para sostenerse y no fundir a las primeras de cambio a sus principales estiletes. El partido pasaba por subir el voltaje de la defensa, pero el Valladolid le salió respondón al Betis y Kovacevic le sacó la tercera falta a Joaquín Rodríguez a los dos minutos de la reanudación . Uf. Un problema serio. Porque el Valladolid, sin bases, estaba jugando muy físico, con dureza, buscando el contacto y las faltas (41-45). Incomodó mucho al Betis, cortocircuitándole la circulación de balón. No rascaba tiros cómodos y se ahogaba. Polanco abría la espita del triple y Faggiano convertía una bandeja. A Nwogbo se le cruzaron los cables entonces y le lanzó la pelota al cuerpo a Almazán , pero los árbitros incomprensiblemente no le señalaron técnica al pívot visitante... y encima le escamoteaban otra bandeja a Faggiano. Dos puntos que no subieron y luego, una técnica señalada al banquillo verdiblanco. Se acumulaban las decisiones polémicas y todas, todas, en contra del Betis. LEB Oro Ficha técnica: Real Betis Baloncesto (21+16+11+22): Faggiano (11), Joaquín Rodríguez (15), Dedovic (5), Almazán (-), DeBisschop (9) -quinteto inicial-; Polanco (13), Hanzlik (2), Domènech (5), Berzins (5), Kuksiks (3), Fevry (2). UEMC Real Valladolid (20+15+20+14): Puidet (6), Kovacevic (21), Belemene (5), Fernández (13), Nwogbo (12) -quinteto inicial-; Lambás (-), García-Abril (2), N'Guessan (-), Kabasele (-), De la Fuente (10). Árbitros e incidencias: De Lucas, Martín Vázquez, Aresa Quintero. Eliminado Belemene, por cinco faltas Jornada 32ª de la LEB Oro. Palacio de los Deportes San Pablo. Un enceste de Puidet puso ser anulado, después castigaron a Polanco con una falta en ataque y, para rematar el cuadro, las protestas de Faggiano por reclamar pie rival en una acción le costaron otra técnica. Un despropósito que iba a más. Porque el banquillo local recibió otra. Tres en un solo cuarto. Tres. Y el Betis, nueve abajo (46-55), maniatado y desquiciado. Necesitaba de nuevo apelar a la heroica, pero todo parecía en contra. Joaquín, nada más salir, se enganchó con un rival mientras botaba, recibió la cuarta y se fue al banco. Dos triples de Berzins y Dedovic (54-57) , reanimaron al Betis, refugiado en una zona, buscando lo imposible. Con fe, sin desmayarse ni abandonarse, siempre creyendo que después de la oscuridad de cada tormenta nocturna llega un nuevo amanecer. Sin Polanco ni Joaquín activados, el Betis se encorajinaba y le daba la vuelta al partido con triple de Kuksiks (61-58). A falta de cuatro minutos, Polanco y Joaquín ya estaban de vuelta en el parqué y los dos equipos, en zona. Copiándose para sobrevivir . Devolviéndose cada andanada, cada golpe. Domènech asestaba de tres en un partido largo y espeso, a cámara superlenta, con muchas interrupciones. Polanco ampliaba a cuatro (67-63), pero Jaime Fernández acertaba tres tiros libres y condenaba al partido a un final taquicárdico. Fernández, con el dichoso triple a 3,6 segundos, lo puso casi imposible, pero ahí estaba Joaquín Rodríguez para anudarse la capa de superhéroe, emular al mejor Shannon Evans y provocar el éxtasis en San Pablo.
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viernes, 26 de abril de 2024
Joaquín Rodríguez y el Betis Baloncesto pueden con todas las tempestades (70-69)
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