El carnaval de los rumores

Solo hay una forma de que el tiempo pase como un relámpago: los fichajes y las esperadas salidas Cumplida ejemplarmente la temporada: LaLiga tirada en el otoño; la eliminación de la Copa culminada en marzo y salida memorable de la Champions con un conmovedor ridículo frente al Ajax en el Bernabéu, llegó el salvador, Zidane, y con él las capitulaciones. Con un objetivo digno del Alavés, por ejemplo, clasificarse para la Champions. Así que sólo hay una forma de que el tiempo pase como un relámpago: los rumores en torno a los nuevos fichajes y a las esperadas salidas. Macedonio Fernández, maestro oculto (y ocultado) de Borges, escribió -hay que tener mucho cuajo para hacerlo en un país como Argentina en la que el gaucho es (o fue, como El Cid) la épica de la nación-: «El gaucho es un entretenimiento para el caballo». El aliciente del partido de esta noche (vaya horario un domigo, Tebas, Tebas) es hablar (por hablar) de los fichajes. Y los 2.000 aficionados oscenses que se desplazan a Madrid con un coraje y una entrega que ya quisieran muchos. Pues sí. Un entretenimiento para los medios (que tanto empeño ponen), los aficionados (cada uno tiene ya su alineación para la 2019-20) y público en general. En este club todo el año es carnaval, y, de aquí a finales del insufrible mes de agosto, el carnaval será de bandera. Vayamos a la ruleta de esta semana: Koulibaly, central del Nápoles en previsión de que Varane tome las de Villadiego (¿por qué?, además, su temporada no es para tocar las campanas de Santa María ), pero Ancelotti ya lo ha dejado claro: no le deja salir. Lo de Mbappé no ha empezado y ya huele un poco; Ndombelé (Lyon), otra querencia de Zidane, dicen, pero ¿quién lo dice?, y Mariano, de vuelta a la exquisita ciudad francesa. Y Pogba... Seguimos: Marcelo se lo piensa; a Bale, que en el colegio le habríamos llamado «enchufado», le dan la oportunidad de que decida él, aun cuando el Bernabéu ya ha dictado sentencia. Marcelo y Bale son casos para estudiar, pero no ahora. Es más divertido el carnaval de los rumores, los que vienen y se van, como la vida, siempre tan caprichosa, siempre con la zancadilla dispuesta.

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