La fila de personas que cada tarde ocupaba un extremo de la Gran Vía a las puertas de un teatro se evaporó hace un año. Lo mismo sucedió en las angostas calles de Malasaña o del barrio de las Cortes, con un escenario casi en cada esquina que otrora solía colgar el cartel de «funciones agotadas». Los acomodadores apagaron sus linternas, los aplausos dejaron de resonar en los patios de butacas y las taquillas bajaron las ventanillas al tiempo que los ciudadanos se recluyeron en sus casas debido a la pandemia. Tres meses después, la Comunidad apostó por una cultura que ha debido adaptarse a tiempos en los que el Covid-19 asuela todo y las artes escénicas comenzaron a retomar un... Ver MásDe España https://ift.tt/3w8LyKy
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