lunes, 29 de marzo de 2021

La eclosión del fútbol en las Comoras

La historia del fútbol se escribe con pequeñas gestas y una modestísima selección, la de las Comoras, tiene ya su particular capítulo. Con el empate de la pasada semana en la visita a Togo (0-0), el combinado de una nación sacudida por una veintena de golpes de estado a lo largo de las últimas tres décadas ha conseguido asegurar la clasificación para la Copa de África de 2022, donde los ‘celacantos’ se estrenarán por fin en una gran cita internacional. Jamás habían llegado tan lejos, un logro que fue celebrado en las calles por miles de aficionados de este pequeño país de menos de 800.000 habitantes que se independizó de Francia en 1975. «El viaje hasta Comoras es largo, pero merece la pena. El país es pobre, pero los comorenses son muy hospitalarios». Nadjim Abdou, orgulloso capitán de la selección, vende en declaraciones a FIFA las bondades de una nación geográficamente asentada sobre tres islas volcánicas (Gran Comora, Mohéli y Anyuan) que emergen en el Océano Índico, frente a la costa oriental de África. Políticamente la división no resulta tan clara porque la vecina isla de Mayotte, reclamada diplomáticamente, sigue perteneciendo a Francia. Territorios en cualquier caso unidos por una enfermiza pasión por el fútbol y por el apoyo a una selección a la que le ha sobrado una jornada para sacar el billete para la Copa de África que acogerá Camerún en 2022. Togo y Kenia, con mucho más reconocimiento en el fútbol internacional y rivales de los comorenses en la fase de clasificación, han acabado sucumbiendo ante las ganas, ilusión y empuje del joven combinado que dirige Amir Abdou, un técnico sin nombre cuando la Federación de uno de los veinte países más pobres del planeta llamó a su puerta. Fue hace ya siete años, en enero de 2014, cuando este franco-comorense nacido en Marsella (1972) se encontraba dirigiendo al Entente Golfech-Saint-Paul d’Espis, club galo de categoría regional. «Valoro el camino que hemos recorrido, aunque no tiene nada de sorprendente. Es fruto del gran trabajo que hay detrás, así de sencillo. En cualquier caso, nos sentimos muy orgullosos, y estamos totalmente decididos a seguir adelante. Todavía nos queda margen de progresión». La llegada de Abdou al banquillo ha sido el revulsivo que ha impulsado al fútbol de Comoras hasta tocar, al menos de momento, su techo. Y lo ha logrado con una selección sin estrellas, con jugadores que compiten en la mayoría de los casos en las divisiones inferiores de ligas europeas. «Tener jugadores fantásticos no basta. Si hay un plantel sano y trabajador, sin problemas de egos, se pueden conseguir los mismos resultados que con un once de ensueño», apuntaba el seleccionador en declaraciones a la FIFA. Todos los jugadores que integran la selección tienen doble nacionalidad y un mismo perfil. De padres comorenses y nacidos en su mayor parte en Francia, militan en campeonatos lejos de África. Pero en esta selección reina la unidad, uno de los secretos que guía su imparable progresión. Una selección formada por futbolistas de segunda o tercera fila en Europa, aunque algunos como el extremo Faiz Selemani, del Kortrijk belga, o el lateral Said Bakari, del RKC Waalwijk neerlandés, ya batallan en las máximas categorías de esos países. También el hombre encargado de los goles, Fardou Ben Nabouhane, potente delantero zurdo del Estrella Roja serbio y único jugador que ha disputado una competición continental a nivel de clubes. En la Europa League, el Milán sufrió en San Siro la amenaza del máximo realizador de la bisoña selección africana. Limitaciones económicas Fundado en 1979, el combinado de Comoras se unió en 2003 a la Confederación Africana de Fútbol (CAF) y en 2005 se convirtió en miembro de la FIFA, ocupando actualmente el puesto 130 en su ránking. Una selección con recursos deportivos y económicos limitados que en 2013 se vio obligada a renunciar a participar en la fase de clasificación para la Copa de África por problemas financieros. Ocho años después, se ha vuelto a demostrar que el dinero no siempre resulta determinante en el deporte del fútbol. «Mi primera internacionalidad se remonta a 2010, cuando el objetivo era representar lo mejor posible a nuestro país», explica el capitán Abdou. «Luego hemos jugado con nuestras armas, nuestros valores; y hemos ido aprendiendo a sacar lo mejor a lo largo de los años. Nuestro seleccionador ha impuesto su sello y nos ha dado una identidad de juego. Hoy estamos alcanzando la madurez. No me parece que sea una sorpresa vernos a este nivel actualmente. Simplemente estamos recogiendo los frutos de lo que hemos sembrado». Es la liberación de Comoras, un país que comienza a sonar en el mundo del fútbol.

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