domingo, 28 de marzo de 2021

Día del Teatro: entre la desilusión, la resiliencia y la esperanza

Los profesionales del sector teatral, directores, productores e intérpretes, han tenido poco que celebrar este 27 de marzo, Día Mundial del Teatro. El hundimiento de la actividad cultural como consecuencia de la pandemia del Covid ha puesto a muchos en una situación muy difícil, «de desilusión, desconcierto y de no saber por dónde tirar», confiesa Tomás Martín, director y productor de La Quimera, y actual presidente de la Artesa (Asociación de Empresas de Artes Escénicas de Castilla y León). No pierden la ilusión, pero en algunos casos ya se les hace cuesta arriba y les es cada vez más difícil afrontar el futuro con esperanza. Ve que la «empatía» que tuvieron las administraciones en los primeros meses de la pandemia se ha ido diluyendo y traduciendo en «pocas ayudas, muy pobres y muy costosas de meter en caja», mientras la actividad de los teatros y salas de pequeños y medianos municipios, principales programadores de sus montajes, está «desplomada».«Están desconcertados, no saben muy bien qué hacer, les cuesta abrir y las limitaciones de aforo están haciendo estragos en ellos», cree Martín, quien considera que perderán «otro año» si siguen así las cosas. Más «claroscuros» que «luces» ven también en la compañía Cal y Canto, una de las más veteranas de la Comunidad en lo que a artes de calle se refiere. Y eso que su específica manera de trabajar –montajes concebidos para ser vistos al aire libre con aforos controlados y respetando las distancias– debería jugar a su favor, considera Ana Ortega, una de sus fundadoras, que entiende este teatro como «integrador» y «una manera de garantizar el acceso de la ciudadanía a la cultura en vivo». Precisamente por sus peculiaridades y por la crisis a la que les ha llevado esta pandemia considera que «merecería la pena» que el Gobierno regional, de la mano de los profesionales, hiciera un «esfuerzo» para poner en marcha «un plan específico de artes de calle», sobre todo porque actualmente este tipo de teatro no puede acceder a gran parte de las programaciones de la Comunidad. Patrimonio El año pasado fueron los primeros en sufrir las cancelaciones –gran parte de los festivales para estas artes se concentran en primavera– y para 2021 ve la misma «incertidumbre». También para sus citas extranjeras. Mercados como el asiático, con los que acostumbraban a trabajar, están cerrados, y en Europa «está todo muy parado», aunque esperan «volver a iniciar contactos» después de Semana Santa. No obstante, ve en los espacios rurales de Castilla y León, y en su excelente patrimonio natural e histórico, una potencialidad aún desaprovechada de la que se podrían beneficiar mutuamente. En este sentido, atisba «una opción fantástica» la consolidación de la iniciativa «Escenario Patriomio», aunque apremia a la Consejería de Cultura a ponerse las pilas porque «estamos prácticamente en abril, y para que los programas salgan bien y trabajar con profesionalidad hay que contar con tiempo». María Negro y Alba Frechilla, integrantes de Valquiria TeatroConmemorar el Día del Teatro subiendo al escenario del Teatro Calderón de Valladolid para comenzar a ensayar el que será su próximo proyecto («El día más feliz de nuestra vida», de Laia Ripoll), es quizá para una compañía, en estos tiempos que corren, la mejor de las celebraciones. También «esperanzador». Así lo ven María Negro y Alba Frechilla, integrantes de Valquiria Teatro. Optimistas por naturaleza –se embarcaron en esta compañía en plena crisis económica– no han dejado de trabajar incluso en el confinamiento, mostrando a través de las redes sociales su lado más cómico a través de «píldoras» como «Vecindiario» o «#Biografíasexprés», experiencias de las que confiesan haber descubierto «nuevos códigos» y a la vez «aprendido mucho». Creen que tuvieron la suerte de que en los meses más difíciles los programadores optaron por aplazar su montaje «De Miguel a Delibes», enmarcado en el centenario del autor, en lugar de cancelarlo. Defienden que «nuestro país ha demostrado que la cultura es segura desde el primer momento» y de aquellas primeras veces que se subieron al escenario con los aforos reducidos recuerdan «una sensación muy descafeinada» y a la vez «emocionante:el público tenía muchas ganas». «Ser esperanzados» Es precisamente el público lo que le anima al empresario teatral Enrique Cornejo a seguir «con fuerza y ahínco». «Su gratitud me compensa de todos los sinsabores que me esperan cuando me dicen la taquilla y los gastos», confiesa quien tiene la costumbre de recibir y despedir a los espectadores en casi todas las funciones de su querido Teatro Zorrilla de Valladolid. El último año vivido le llena de «tristeza» –«no soy una excepción en el conjunto de la sociedad»– y entre los periodos más duros recuerda el momento en que tuvo que suspender la programación de la Feria y Fiestas de Valladolid. No obstante, insiste: «No tenemos más remedio que ser esperanzados. La esperanza es una necesidad». Como «un desastre» califica el director del Teatro Principal de Zamora, Daniel Pérez, el último año, aunque en esa coyuntura desfavorable los teatros públicos al menos han podido seguir «mal que bien» con las funciones, abiertos cuando han podido y con las restricciones de aforo que les han impuesto. Confía en que el teatro logre sobreponerse a la situación actual como ha sabido hacerlo a lo largo de la historia. Mientras tanto, y para dar un pequeño empujón a las compañías locales, esta escena puso en marcha un concurso público y se comprometió a pagarles por las nuevas producciones sin tener que esperar al estreno para cobrar, una iniciativa que responden a la «función paliativa» que, sin duda, cree este director, deben cumplir los teatros de gestión pública.

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